Soy una prostituta musical.
La carne despierta, siente los barrotes de su prisión. De noche una prostituta borracha camina por una calle obscura, sembrando los fragmentos de una canción como si fueran pétalos.
La adulación, meretriz del vicio, debe quedar fuera de la amistad.
La golfa de Marina huele a pescado
No soy ruiseñor, sino urraca de grito agrio que se oculta en el fondo de los bosques para no ser oída sino por ella misma.
Somos dos niños que a la vida echaron. muchacha -niña-, empieza a caminar.
Cuando una muchacha no nos hace en seguida, desde la primera mirada, una impresión tan fuerte que sea capaz de hacer despertar en nosotros una imagen ideal de sí misma, no es, en general, digna de que nos tomemos el trabajo de buscarla en la realidad. Pero si despierta esa imagen, entonces nos sentimos, por grande que sea nuestra experiencia, como dominados, arrastrados por una fuerza desconocida.
No me gusta oír excusas porque no soy confesor tan solo soy decidor sin fusa ni semifusa, vivo sacando pelusas del rincón de los olvido si sufro por ser sufrido soñador de la justicia peleo por la delicia de no vivir sometido.