¡Qué pequeña eres, brizna de hierba! Sí, pero tengo toda la tierra a mis pies.
Creo que esta brizna de paja puede originar una revolución. A primera vista, esta paja de arroz puede parecer ligera e insignificante. Difícilmente nadie puede creer que puede ser el origen de una revolución. Pero yo he llegado a darme cuenta del peso y el poder de esta paja. Para mí esta revolución es muy real.
Si no fuera por el fútbol, yo hubiera terminado en cana (en la cárcel), o tirado en la calle por ahí, drogado
No se puede negar, por el contrario, que el aguardiente, el ron y el alcohol de caña fueron los regalos envenenados de Europa a las civilizaciones de América.
Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza idológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte o religión
Nadie nace tonto; los tontos son cultivados y ayudados a crecer como maleza por instituciones como la Cristianidad
El esparcir la paja sobre los campos de cultivo mantiene su estructura y enriquece el suelo, así que se hace innecesario el abonado comercial. Esto por supuesto, dentro de la práctica del no laboreo.
Súbitamente empezó a pensarse que el hecho de que el gobierno hubiera quedado sometido al control de la mayoría hacía innecesario mantener sobre él cualquier limitación, por lo que cabía impunemente abandonar todas las salvaguardias constitucionales.
La creencia de la vida celestial es la creencia en la inutilidad e insignificancia de esta vida.
La maldición de no pensar, la inutilidad de la grandeza, el incumplimiento de la justicia, la magra acción de la actitud: Cobardía.
Todos esos oportunistas que se llaman socialistas pueden irse. ¿Son acaso algo más que un desecho que la historia arrojará al cesto de la basura?
Como muñecas mecánicas se puede ver el mundo con ojos de porcelana y dormir año tras año, en una caja de terciopelo entre paletas y tul con el cuerpo relleno de paja se puede, a cada escandalosa caricia, sin ninguna razón gritar: ¡Oh, que feliz soy!
Es un gran fuego envuelto en poco hielo, un bello juego relleno de falacias, es un despecho, una guerra, una tregua, un largo pensamiento, una palabra breve.
Por vasto y absorbente que sea el orden de la naturaleza es el objeto de un alma que lo concibe racionalmente.
Los sabios aceptaron con reconocimiento y pasaban el resto de sus vidas en asimilar ideas de séptima mano, dormir buenas siestas y aburrir a sus alumnos, que no dejaban de bostezar, con la palabrería anémica y libresca que ellos llamaban sabiduría.
La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido.
Todo cambia y nada permanece. Y no habría belleza, ni danza, ni movimiento si las estaciones no alborotaran los colores y el follaje de los arboles no se desprendiera amarillo en el atardecer.
¡Ah, qué suaves son tus labios! El beso que acabamos de atrapar es tierno y majestuoso como un gran árbol con un follaje nuevo.