Hombrecito, ¿Qué quieres hacer con tu cabeza? ¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo? ¿Castrar al potro Dios? Pero Dios rompe el freno y continúa engendrando magníficas criaturas, seres salvajes cuyos alaridos rompen esta campana de cristal.
El mundo quiere ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces.
Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.
El hombre desenfrenado no puede inspirar afecto; es insociable y cierra la puerta a la amistad.
Parece ser que el inventor de la cornamusa se inspiró ante la visión de un hombre que llevaba bajo el brazo un cerdo furibundo y asmático. Desgraciadamente el sonido creado por el hombre nunca ha obtenido la pureza del sonido obtenido por el animal