La precipitación y la superficialidad son las enfermedades crónicas del siglo.
No admitas jamás cosa alguna como verdad sin haber conocido con evidencia que así era; es decir, evitar con sumo cuidado la precipitación y la prevención, y no admitir en mis juicios nada más que lo que se presente tan clara y distintivamente a mi espíritu, que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda
Dónde miles de aves con las más dulces voces, dónde brama la salvaje tormenta y miles de arroyos se deslizan suaves, allí se forma su concierto poderoso.
Pierde los temores y convierte en mariposas las serpientes, que después de la tormenta calma habrá, no dudes, siempre navegar contra corriente vuelve fuerte, si no pierdes el faro que esta al final, nunca dejes cabos sin atar, nunca dejes guerras sin luchar.
La lluvia lo despertó, una llovizna lenta; tenía los pies enredados en espirales de fibra óptica desechada. El mar de sonido de la vídeo galería caía sobre él, retrocedía, regresaba.
¿Qué pasará amor si mis pies a seguir tu huella se afanan y mis manos en perseguir hojas al viento, si convierto atormentadas nubes en llovizna y desquebrajadas olas en manso huracán, si mi voz repite que te amo en la penumbra, y tus besos es lo único que quiero?
Somos...Sí, lo mismo, con igual destino. garúa borrosa de un día de abril. Un nido vacío y un viejo camino y un aire de ausencia muy triste y muy gris.
No da abundancia la abstinencia al vaso, ni divide la sed como quisiera. Hora que, para ser, otra hora espera, no existe más cuando agotó su paso.
Estamos sepultados por el peso de la información, lo cual significa estar confundidos a pesar de tener conocimiento; creemos que la cantidad es abundancia y la riqueza felicidad.
Aprende a vivir aislado y a meditar en soledad; pero si te mezclas con la muchedumbre procura ser, como todos ellos, uno de tantos.
(..) Y donde hay un motor encendido y gigante; y donde hay una fábrica estupenda y gloriosa, y donde hay un palacio de cemento y de sangre o una gran muchedumbre de huelguistas con hambre, vosotros veis a una princesa que llora.
Hasta donde podía ver, el mundo entero desplegaba la misma exuberante riqueza que el valle del Támesis. Desde cada colina a la que yo subía, vi la misma profusión de edificios espléndidos, infinitamente variados de materiales y de estilos.
Lo que más necesitan las democracias es que los electores acudan a votar con la misma profusión con que se presentan los candidatos.
Ya nada me distingue del mundo porque nada detengo. Pero (sopla lento el viento) cada partícula de polvo, cada gota de agua que viene en el viento, un instante antes de entrar en mí se detiene. Nada me distingue del mundo, es cierto, pero nada me traspasa. Todo, justo un instante antes de perforarme, me señala, me sostiene, me demarca.
Para la supervivencia, el bienestar y el desarrollo socioeconómico de toda la humanidad es un requisito fundamental tener garantizado el acceso a un suministro suficiente de agua potable. Sin embargo, continuamos actuando como si el agua dulce fuera un recurso abundante e inagotable, cuando no lo es.