La abstención sexual es como un árbol con profundas raíces y que da buenos frutos
En la abstención del yo lo que se ve es lo otro, en el suceso mismo transmutado es la inflexión del ser en el momento del olvido.
La abstinencia es buena tanto para la cabeza como para el bolsillo.
No da abundancia la abstinencia al vaso, ni divide la sed como quisiera. Hora que, para ser, otra hora espera, no existe más cuando agotó su paso.
Un comportamiento sexual que pueda, en justicia, ser llamado continencia es tan insólito que prácticamente no cuenta en absoluto
Demasiado libertinaje en la juventud seca el corazón, y demasiada continencia atasca el espíritu.
He cumplido mi deber para con mi pueblo y para con Sudáfrica. No tengo la menor duda de que la posteridad reivindicará mi inocencia y, del mismo modo, afirmo que los criminales que debían haber comparecido ante este tribunal son los miembros del gobierno.
La inocencia es algo que la experiencia no puede proporcionar.
Las grandes dificultades no consistieron sólo en luchar con el adversario, pues que con la bandera de los principios interpretados y cumplidos con integridad, era bastante para dominarlo. La dificultad enorme consistió más que nada en hacer que en su seno se mantuviera intacta esa integridad de principios y de postulados indeclinables.
Es necesario afirmar la participación activa de los trabajadores en todos los niveles, para asegurarles su integridad moral y material.
Sin consideración, sin piedad, sin recato grandes y altas murallas en torno mío construyeron. Y ahora estoy aquí y me desespero. Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino; porque afuera muchas cosas tenia yo que hacer.
Cuando el alma es ciega y no ve nada más, entonces ve a Dios... Un maestro dice: en su pureza más alta, el ojo, en donde no tiene color [en sí mismo], ve todos los colores... A través de lo que no tiene color se ven todos los colores.
Porque ¿qué es la felicidad? Una pequeña claridad tras los brumosos laberintos llenos de incertidumbre. Algo de pureza tras la confusión
Cuando frecuentaba el bosque de pequeña, me decían que una serpiente podría picarme, que podría coger una flor venenosa o que los duendes me podrían raptar, pero continué yendo y no encontré sino ángeles, mucho más tímidos ante mí de lo que yo pudiera sentirme ante ellos.
La sinceridad no es una flor espontánea, al igual que la modestia.
Siendo niño mi familia tuvo que trabajar en tareas de limpieza y vivir en una furgoneta vieja. Pero por Dios le juro que incluso en aquellos tiempos lograba hacerles reír, aunque fuera con una imitación, un pedo o un baile.
Creo que en la política ya sé diferenciar entre los pecados de los hombres y la limpieza de las ideas.