El té carece de la arrogancia del vino, del individualismo consciente del café, de la inocencia sonriente del cacao
La ilusión y el apasionamiento se conquistan mejor con el cultivo de la discriminación. La vanidad se supera con simplicidad. La arrogancia con cortesía.
Los pesimistas dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos
La altivez es útil, todo hombre debe ser altivo.
Pronto cansa la altanería de una mujer hermosa; nunca aburre la de una mujer buena.
... sin un gran entusiasmo, sin la decisión de dirigir la mirada hacia abajo, sin la sed de conocer, sin la disposición a despojarse de toda presunción para ser alumno modesto, será imposible realizar ninguna investigación o hacerla bien.
Es tan necia presunción perdonar la vida a los hombres como el corazón a las mujeres.
La ciencia que sirve para hacernos orgullosos y que degenera en pedantería no vale mas que para deshonrarnos.
El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire mefítico que ahoga los buenos sentimientos
Detrás de la insolencia viene el insulto; más con los modosos está la sabiduría.
La insolencia es el escudo de la desvergüenza y la fortaleza de la cobardía
La modestia contribuye al progreso, y el engreimiento conduce al atraso.
El más grande fruto de la autosuficiencia es la libertad
La autosuficiencia es incompatible con el diálogo. Los hombres que carecen de humildad, o aquellos que la pierden, no pueden aproximarse al pueblo.
La sociedad honra con el nombre de caracteres a quienes han buscado y encontrado su sitio, a quienes han jugado un papel, a quienes han llegado a descubrir ciertas reglas de conducta que terminan por asimilarlas automáticamente a sus acciones.
Es mejor la deshonra que se ignora, que la honra que está puesta en la opinión de las gentes.
Reinaba entonces en el ejército español un pundonor llevado hasta la más excesiva delicadeza y mi padre exageraba aún este exceso, cosa de que no puedo culparlo, pues el honor es, ciertamente, el alma y la vida de un militar.
Aquella conversación me estaba interesando cada vez más. Yo era igual de depravado que los demás jóvenes de mi edad, y el carácter abyecto de mi propósito me importaba un ardite ahora que se habían despertado el amor propio y todas las pasiones que se mezclan en este tipo de romances.
El amor propio es el peor de los aduladores.
El viejo truco de levantar la autoestima con el montacargas de la gentileza.
El miedo a la pérdida de identidad era descomunal. Tal vez eso había nacido con el asunto de Clapton es Dios, que había hecho que basara buena parte de mi autoestima en mi carrera. Cuando tuve que pasar a centrarme en mi bienestar como ser humano, y en la consciencia de que era un alcohólico que sufría la misma enfermedad que todos los demás, sufrí un colapso.
El aeronavego astral que habitó la Tierra en la civilización caldea trajo entonces naves con formas de gigantescos peces rojos y las usó para portar humanos seres al planeta Ki En Ki. Hoy de nuevo traerá sus gigantes naves rojas para igual salvar de los tres humos a los seres terrenos y por tales al Ki En Ki. ¡Les regresará en el año 2000!
Imagínate tú que hace siglos que has muerto. No te preguntan las cosas, si pasas, quién eres. Procura un instante pensar que tus brazos no pesan. Son nada más que dos cañas, dos gotas de lluvia, dos humos calientes.
Fundar un gran imperio con el sólo propósito de crear un pueblo de clientes, puede a primera vista parecer únicamente un proyecto apto para una nación de tenderos. Es, sin embargo, un proyecto por completo inapto para una nación de tenderos, pero extremadamente apto para una nación que está gobernada por tenderos.
La única guerra que pierde el pueblo es aquella guerra orquestada por el imperio donde luchan los pobres contra los contra pobres.
Sonaba tan real, tan cercano. Sólo cuando desaprobaba mi conducta, como ahora, emergía el verdadero recuerdo de su voz, la textura aterciopelada y la entonación musical que la convertían en el más perfecto de los sonidos.
Cuando estuve encarcelado, comprendí otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con una entonación muy de charla, muy íntima.
Esas acciones tan poco nobles no me producen más que pesadumbre. Cuando veo que hay personas que engañan ante los mismos ojos de todos y que no son castigadas con el desprecio general, no sé lo que me ocurre, me pongo mala. Pienso, pienso...y poco faltó para que rompiera a llorar.
Artículo cuarto. — La predicación de la castidad es una incitación publica a la contranaturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, toda impurificación de la misma con el concepto de impuro es el autentico pecado contra el espíritu santo de la vida.