Mi padre siempre me amparó por desgraciado y me tuvo un sitio en su corazón.
¿Quién se siente desgraciado por no ser rey, sino un rey destronado?
No voy a decir que lo repetiría, pero me vino bien. Me movía por inercia, no tuve ni un mes para pararme a reflexionar. Gracias al desafortunado incidente, llegué a mi casa y me planteé muchas cosas de mi vida.
Lo que sí tiene trascendencia, y es esencial y específicamente humano, es el ámbito de lo afectivo. Pero el sexo no. Lo malo es que, en algún momento aciago de la humanidad, se cometió el trágico error de adjudicar a lo sexual un significado moral.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Es lamentable y triste que haya ciudadanos que vayan a dar su apoyo a un Gobierno que tiene encima de la mesa el proyecto de negociar con asesinos
Siempre es lamentable que un ser humano llegue a una condición apenas más respetable que la de un animal. Mucho más lamentable es cuando esa persona ha tenido todas las ventajas.
Lo trágico surge a partir de la acumulación de lo insignificante.
Creo que es muy importante asentar nuestra convivencia en una memoria viva y no en un olvido ficticio. Creo que no es posible olvidar; es posible no limitarse a la memoria de lo trágico y tomar otros gestos y otros posicionamientos. (...) Uno siente la alegría del diálogo sin que sea indispensable borrar la historia, uno puede ir al diálogo mucho más auténticamente sino disimula sus heridas.
La revolución proletaria debería arrojar un rayo de bondad para iluminar la triste vida de las prisiones, disminuir las sentencias draconianas, abolir los bárbaros castigos -las cadenas y azotes- mejorar en lo posible la atención médica, la alimentación y las condiciones de trabajo. ¡Es una cuestión de honor!
Si un corazón triste pudo ver la luz, si hice más liviano el peso de tu cruz, nadie tiene a nadie y yo te tengo aún, dentro de mi alma. Siento que me amas, chau, hasta mañana.
...el desprecio nace cuando al príncipe se le considera inestable, superficial, afeminado, pusilánime e indeciso...
Para el tímido y el pusilánime todo es imposible, porque así les parece.
La marca del demonio ya no será un número, será el sello de algún gigante farmacéutico, que por un mísero beneficio económico permiten que muera África habiendo un antídoto.
¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido.
No hay circunstancia, por infortunado que sea, de la cual una persona inteligente no saque alguna ventaja; y no hay circunstancia, por feliz que sea, que el necio no convierta en una desventaja...
... veo que si el hombre prefiere el interés general y que, en consecuencia, es virtuoso, será infortunado toda su vida, y que si por el contrario, el interés particular se impone en él sobre el interés general, será perfectamente feliz si las leyes lo dejan en paz.
El que se erige en juez de la verdad y el conocimiento es desalentado por las carcajadas de los dioses.
¿Quién llenará este vacío de cielo desalentado que deja tu cuerpo al mío?