Es muy bueno, abre espacios, no se cansa de correr y sus movimientos hacen buenos a la gente que tiene a su lado. Es un jugador muy solidario. Teniendo un padre que trabaja en una gasolinera no puede ser un mal jugador. Es, además, un sol de niño, una persona encantadora y estamos encantados de tenerle con nosotros
¡Y cuán grande es también la diversidad de las cascadas! Yo conozco una, encantadora entre todas, que se oculta bajo las flores y el follaje.
Tan capaz es nuestro entendimiento para entender las cosas altísimas y clarísimas de la naturaleza, como los ojos de la lechuza para ver el sol.
Llamo a mi esposa: Gala, Galuska, Gradiva; oliva por lo oval de su rostro y el color de su piel; Oliveta, diminutivo de la oliva; y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Siliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También la llamo Lionette, porque cuando se enfada ruge como el león de la Metro-Goldwyn Mayer.
Creo que si, en el nacimiento de un niño, una madre pudiera pedirle al hada madrina dotarlo con el mejor regalo, éste sería la curiosidad.
La religión es el hada buena de la infancia, ese crepúsculo matinal de la vida. Ella encanta el cerebro y el corazón de los niños y puebla de dulces y tiernos recuerdos el espacio azul de los primeros días.