Las banderas de mi casa son la ropa tendía.
En la fuente de tus ojos viven las redes de los pescadores de la mar del extravío. En la fuente de tus ojos el mar cumple su promesa. Aquí arrojo yo, un corazón que se detuvo entre los hombres, mi ropa y el esplendor de un juramento: Más negro en lo negro, más desnudo voy. Sólo infidente soy fiel. Yo soy tú si yo soy yo.
Eres el sol de los cielos de mi santidad; no dejes que la contaminación del mundo eclipse tu esplendor. Rasga el velo de la negligencia para que emerjas resplandeciente por detrás de las nubes y adornes todas las cosas con el atavío de la vida.
Desprendeos del atavío de la vanagloria y quitaos la vestidura de la altivez.
Ocho horas diarias de trabajo es suficiente para cualquier ser humano, y debe obtener suficiente para permitir un suministro de alimentos generoso, vestimenta y vivienda.
Toda su vestimenta era anticuada, pero la llevaba con tanta majestuosidad, que la hacía parecer eterna como la ropa de la realeza.
Desprendeos del atavío de la vanagloria y quitaos la vestidura de la altivez.
Como Antístenes, filósofo cínico, tuviese la capa rota y la anduviese enseñando a todos, díjole Sócrates: Por la hendidura de tu capa conozco tu vanidad. Quiso dar a entender que peor era aquella presunción que tenía enseñando su capa rota, que si trajera una vestidura más rica.
El respeto a sí mismo es el indumento más noble y el sentimiento más elevado que pueda caber en el ánimo humano.