La civilización occidental esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales
Nunca corría riesgos: por eso le iban tan bien las cosas. Todo lo que entraba en nuestra cocina con una apariencia era transformado en algo completamente distinto. Y aunque entraba por la fachada -por la tienda, en Lant Street-, también salía por otro sitio. Salía por la parte trasera.
Pensé de repente en que, si el próximo año reciba el premio Nobel, los diarios anunciarían en primera plana Abuela recibe el premio Nobel y no pude evitarlas carcajadas.
La condición necesaria para el frente único es tener un objetivo común... El hecho de que nuestro frente no logre estar unido demuestra que no hemos logrado unificar nuestros objetivos, y que algunos solo trabajan para grupitos o, de hecho, solo para sí mismos. Si todos nos orientamos a servir a las masas de obreros y campesinos, nuestro frente se unirá sin la menor duda.
Ya sabemos lo suficiente como para empezar a hacer frente a todos los grandes problemas que hoy amenazan la vida humana y gran parte del resto de la vida en la tierra. Nuestra crisis no es una crisis de la información, es una crisis de la decisión de la política y la acción.
Ven, cálmate, no llores más, si cierras los ojos verás que sigo junto a ti, que no me iré sin besar una de esas lágrimas que van desde tu cara al mar, la vida viene y va y se vá...
Aquellos a quienes se condena al suplicio manifiestan a veces una fortaleza y un desprecio a la muerte que en realidad no es más que el temor a mirarla cara a cara; de modo que puede decirse que esa fortaleza y ese desprecio son para su ánimo lo que la venda es a sus ojos.
Nunca corría riesgos: por eso le iban tan bien las cosas. Todo lo que entraba en nuestra cocina con una apariencia era transformado en algo completamente distinto. Y aunque entraba por la fachada -por la tienda, en Lant Street-, también salía por otro sitio. Salía por la parte trasera.
Si alguno de los que pasen por la calle se detuviere, fijándose en la fachada de mi casa, haz fuego sobre él; si lo yerras, haz otro tiro, y si todavía lo yerras, ten por seguro que mi pistola no ha de errarte.
La casa, dios mío, rodeada de petreles sobre el acantilado y los vapores del océano, de portones batidos por el viento y cortinas en pedazos, con el anuncio hotel central en semicírculo en la fachada y los tres de la policía secreta, siempre de negro, con el brazo en alto al modo nazi, que bebían, en la salita de estar, la malta de la mañana.
Si alguno de los que pasen por la calle se detuviere, fijándose en la fachada de mi casa, haz fuego sobre él; si lo yerras, haz otro tiro, y si todavía lo yerras, ten por seguro que mi pistola no ha de errarte.