Colocada sobre mi tocador, esa rosa blanca como la nieve es un mensaje personal para mí. habla de asuntos inconclusos. Susurra: Puedo encontrarte. Puedo alcanzarte. Quizá te estoy observando justo ahora.
El habla nativa de cada uno es como un traje hecho a medida; nadie se siente cómodo cuando no puede emplearlo y tiene que sustituirlo por otro.
Mejor aptitud tendrá quien domine las dos lengua y no una sola. Su concepción de España sólo integra a la lengua española. Si usted quisiese ser médico en París, ¿no cree que le exigirían el francés?
La pluma es lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos.
La prosa -puede especularse- es discurso; la poesía elipsis. La prosa se habla en voz alta; la poesía se escucha a hurtadillas. La primera es presumiblemente articulada y social, un idioma compartido, la voz de la comunicación; la otra es privada, alusiva, inquietante, tímida, idiosincrásica como la delicada tela de una araña, una especie de hechizo insondable para las mentes comunes.
Desgraciadamente el sonido que hace una bolsa con monedas es el idioma que todo el mundo entiende.
He escrito en frances, y no en italiano, porque la lengua francesa está más extendida que la mía; así, los puristas que me critiquen porque encuentren en mi estilo giros de mi país, tendrán razón, si es que esto les impide encontrarme claro.
El estilo es el exterior del contenido y el contenido el interior del estilo, no pueden ir separados.
El mundo académico avanzaba hacia un conocimiento cada vez más especializado, expresado mediante una jerga cada vez más opaca.
Hay una lengua nacional y una lengua estatal. Lo que habla el Estado es esa jerga ideológica, distorsionada, rota, que se escucha por doquier en la opinión pública bajo la dictadura.
Todo argot es metáfora, y toda metáfora es poesía.
Borraré de mi vocabulario palabras como abandonar la idea, no puedo, irrealizable, sin esperanza, etc... Porque son palabras de personas que no tienen fe ni en sí mismas, ni en Dios.
Siendo hombre dado a la oratoria y a los altos principios, gozaba con la música de su propio vocabulario y con el calor de su propia virtud.
Muerta la amistad sabe igual que el fracaso y a los dos nos gusta el verbo fracasar.
Entre las marcas y las palabras no existe la diferencia de la observación y la autoridad aceptada, o de lo verificable y la tradición. Por doquier existe un mismo juego, el del signo y lo similar y por ello la naturaleza y el verbo pueden entrecruzarse infinitamente, formando, para quien sabe leer, un gran texto único.
Escribir es ante todo poner de manifiesto la intensidad con que uno vive un problema o un concepto. La intensidad de la enunciación nos da pruebas de la veracidad de la preocupación. Creo que no se trata de escribir sobre nada sino desde todo.
La doctrina vincula los individuos a ciertos tipos de enunciación y como consecuencia les prohíbe cualquier otro; pero se sirve, en reciprocidad, de ciertos tipos de enunciación para vincular a los individuos entre ellos, y diferenciarlos por ello mismo de los otros restantes.