Actualmente, poner en marcha el motor de un automóvil consiste sólo en dos cosas: girar una llave y tirar del botón del aire. El resto funciona automáticamente. El proceso seguido en aquellos días era más complicado y requería no sólo una buena memoria, un brazo fuerte, un carácter angelical y una fe ciega, sino también cierta dosis de magia.
El caballo pasea con arrogancia dentro de la pista, como una hermosa en el salón del baile. Sabe que es bello y sabe que le miran. Y el caballo puede matar a su jinete en el steeplechase, como la dama, por casta y angelical que os parezca, puede también poner en vuestra mano el vibrante florete del duelista o el revólver del suicida. Todo amor da la muerte.
La ciudad tradicional es una de las grandes invenciones de la humanidad, al generar la convivencia natural de quienes no están relacionados en modo alguno entre sí. Permite que la gente aprenda a vivir con quienes poseen, por ejemplo, visiones religiosas muy diferentes de las propias.
Mientras que para la sociedad no existe mayor pecado que la vida contemplativa, los más cultos opinan que la contemplación es la ocupación natural del hombre.
El más dulce e inofensivo camino de la vida conduce a través de las avenidas de la ciencia y del saber.
El poder centralizado no se vuelve inofensivo por las buenas intenciones de quienes lo crearon.
El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque te necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo.
Los héroes de la literatura infantil de nuestro tiempo son por esa razón mayormente inconsecuentes: publicitados y explicados como objetos de consumo.
La idea de la venganza y el castigo infantil es un día de sueño. Hablando con propiedad, no hay tal cosa como la venganza. La venganza es un acto que quieren cometer cuando se ven impotentes y ya que usted es impotente: tan pronto como el sentimiento de impotencia se elimina, el deseo se evapora también.
El demonio entiende. ¡Es un ángel! El que no entiendes eres tú. Que no entiendes ni de gracia, ni de pecado, ni de infierno, ni de gloria. No entiendes una palabra. Aceptas la tentación creyendo que eso merece la pena. Has hecho el primo de la manera más lamentable y más vergonzosa.
Yo, de joven, quisiera ser como él. Mi primo Joan Manuel.