Nada más natural y más simple que creer que el hombre muerto no es nada; nada más extravagante que creer que el hombre muerto vive aún.
Parece un poco extravagante haber trabajado tanto. Trabajar no es un castigo. Trabajar es respirar.
Nuestra raza, singular por sus bellas ciudades, pero más singular aún por no tener ningún punto de contacto o fraternidad ni con la raza española, ni con la francesa, ni con raza alguna del mundo.
Los economistas tienen un modo singular de proceder. Para ellos no hay más de dos clases de instituciones, las artificiales y las naturales
El dolor es más llamativo que la felicidad
Ladrón, trabajaba para otros: ladrones más adinerados, patrones que proveían el exótico software requerido para atravesar los muros brillantes de los sistemas empresariales, abriendo ventanas hacia los ricos campos de la información.
Frívola con arte y graciosa cual una muñeca, sin sensibilidad, su existencia entera la consagraba a mantener el prestigio de estar de moda, deslumbrando por el gusto artístico y exótico de sus vestidos.
Evaluar y prepararse a celebrar lo que se puede conseguir antes de hacerlo es un ejercicio estéril, antipático e innecesario que nunca presagia cosas buenas. Lo ideal es estar llenos de expectativas e ilusión, pero no evaluar lo que haría si, sino hacerlo después.
Si no puede ser rico, lo siguiente que más se le parece es ser presuntuoso y cínico.
Mi éxito es amable, discreto, ni presuntuoso ni avasallador
El mundo exterior es el fastidioso fenómeno concomitante de una situación incómoda.
Incluso este París fastidioso y enfermo parece acoger a los jóvenes soles, y como con un inmenso abrazo tiende los mil brazos de sus tejados colorados.
Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad
No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma, de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti.
Para que no me molestaran en la boîte, dejé de vestirme bien, y me vestí de atorrante. Así podía decir cualquier cosa, un atorrante puede decir cualquier cosa. La pegué: nadie me embromó más. La peluca, el habano y los lentes sin vidrios que uso en la TV son algo parecido. A cara limpia Ud. No puede decirlo todo. Pero si se da un toque de locura, sí.
Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra.
La arquitectura ha sido siempre una profesión moralista y arrogante. Eso de que nosotros lo hacemos todo bien, pensando lo mejor para el mundo. Y siempre he considerado que era un aspecto muy desagradable de la profesión
Lo más irritante del mundo, aparte de la voz de mi suegra, es escuchar una flautita y un órgano. ¿No se dieron cuenta todavía de quién hablo? Ustedes son unos pelotudos, hablo de Sui Generis. Es mas, si tengo que elegir entre esos dos, elijo escuchar a mi suegra toda la vida.
Lo irritante del amor estriba en que se trata de un crimen que requiere un cómplice
Sustituir el amor propio con el amor de los demás, es cambiar un insufrible tirano por un buen amigo.
Si la suerte nos fuere adversa, nos quedará a lo menos el consuelo de haber hecho nuestro deber. Si nos fuere favorable, quitaremos de sobre nosotros este peso, esta carga insufrible de la ofensa, al mismo tiempo que nos restituiremos en medio de la libertad, y de la paz, precursores necesarios de la civilización, sin las cuales en vano la, pretenderíamos
Un tonto resulta aburrido, muy aburrido, pero un pedante es inaguantable
Lo pintoresco tradicional, lo único autorizado por la crítica, tenía buenas razones para no encontrarse en mis cuadros: abandonado a mí mismo, lo pintoresco es inoperante y se niega cada vez que reaparece idéntico a sí mismo. Ya que lo producía su encanto, mientras no se hubiera convertido aún en tradicional, era lo inesperado, la novedad de una disposición y lo extraño.
Los artistas han convenido en que lo más pintoresco y característico de cada pueblo es la roña, sea material o espiritual.
En verdad, por paradójico que pueda parecer, es en la respuesta de los oprimidos a la violencia de los opresores donde encontraremos el gesto de amor.
No creo en Dios, lo que no quiere decir que no considere la religión un aspecto culturalmente fundamental de la existencia. Mi familia pertenecía a esa generación de judíos que se acercaron a la religión después de la guerra con una actitud que revelaba un paradójico sufrimiento del Holocausto, muchos sintieron la necesidad de acercarse a sus raíces.