Amo la costura de tu falda, amo la estructura de tu espalda, amo lo que ves y lo que tocas, amo lo que no es y lo provocas.
Amo la costura de tu falda, amo la estructura de tu espalda, amo lo que ves y lo que tocas, amo lo que no es y lo provocas.
Amo la costura de tu falda, amo la estructura de tu espalda, amo lo que ves y lo que tocas, amo lo que no es y lo provocas.
Cuando un niño comienza a sonreír, con una pequeña bifurcación de amargor y dulzura, las orillas de su sonrisa desembocan sin burlas en la anarquía del océano. Se siente mejor que nadie: juega a la gloria con los ángulos de la boca y ya cose la sutura irisada al conocimiento infinito de la realidad.