Ya nadie ves igual, todos menores son cuantos acompañan tu persona; tuyo es todo el gobierno y sus favores, sola tu frente ciñe real corona; mas ya comienza a haber nuevos rumores; que el vulgo, que a sus reyes no perdona si una vez pierde el miedo y la vergüenza del nuevo rey a murmurar comienza.
Su voz, semejante al principio al chasquido de los arbustos, tardó en volverse real mediante metamorfosis que mi tronco parecía acompañar, alargándose y reduciéndose con un murmurar de vértebras.
Aspiro morir entre la penumbra de oro de una tarde, escuchando el musitar opaco y tenue de la lluvia...