A mí me ganaba por la palabra, pero si hubiéramos acabado por llegar a las manos le juro a usted por mis muertos que lo mataba antes de que me tocase un pelo. Yo me quise enfriar porque me conocía la carácter y porque de hombre a hombre no está bien reñir con una escopeta en la mano cuando el otro no la tiene.
He aprendido que el éxito se mide no tanto por la posición que uno ha alcanzado en la vida, sino por los obstáculos que ha superado al tratar de tener éxito.
No es fácil tratar con testarudos. No hay argumento que valga. Regla para tratar con ellos: Ninguna encina se derrumba al primer hachazo; una gotera quiebra la peña más dura
Hay que instruir a la juventud riendo, reprender sus defectos con dulzura y no atemorizarla con el nombre de la virtud
Esto dirá aquél a quien ha sido dada la sabiduría, a quien su alma libre de vicios ordena reprender a los demás, no porque los odie, sino para curarlos: Vuestra opinión me afecta, no por mí sino por vosotros: odiar y atacar la virtud es renunciar a la esperanza de enmienda. No me hacéis ninguna injuria, como no la hace a los dioses los que derriban sus altares
Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener.
Que no se me censure si, a veces, parece que pinto ciertas escenas de amor con demasiado detalle, a no ser que me juzgue mal pintor, ya que no se podría reprochar a mi ánimo gastado el que no sepa ya gozar sino por reminiscencia.