Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco sin ti no veo más que una planicie desierta.
Hay una apariencia propia de este mundo. A menudo hay sueños. A veces hay que retirar la sábana de la cama y descubrir los cuerpos que se aman.
No hay luna cuando aparece el Hombre de Barro. La noche se ha puesto un par de finos guantes de piel; ha tendido sobre la tierra una sábana oscura: un ardid, un disfraz, un hechizo para que bajo su manto todo caiga en un dulce sueño.
Desde entonces, el recuerdo de León fue como el centro de su hastío; chisporroteaba en él más fuerte que en una estepa de Rusia, un fuego de viajeros abandonado en la nieve.
Así, en infinitas tardes, fui penetrando en el canto de la llanura, gracias a esos paisanos. Ellos fueron mis maestros. Ellos, y luego multitud de paisanos que la vida me fue arrimando con el tiempo. Cada cual tenía su estilo. Cada cual expresaba, tocando o cantando, los asuntos que la pampa le dictaba.
Tengo miedo de mirar mi dolor. No vaya a ser que me quede demasiado grande. Prefiero calzar mi deber como una valentía de espuelas e hincando mi pereza, que quisiera morir cobardemente, andar con frente firme ante la pampa yerma del dolor de los otros. Sólo así quiero merecer.
Lozanía de atardecer. El sabe que la campana redobla el sonido de la vida.
La campaña que me hizo don Venustiano Carranza en el estado de Chihuahua, le ha costado a la nación algunos miles de hombres y algunos millones de pesos, pero ya de ese hombre no hay nada qué decir, porque ya ese hombre ascendió al número de los héroes
¿Qué representó para usted el cálculo de sus probabilidades de victoria en el Torneo de Portoroz? Para mí, el tablero de ajedrez es un campo de batalla y no los libros de un contador.
Cada descubrimiento abre un nuevo campo para la investigación de los hechos, nos muestra la imperfección de nuestras teorías. Se ha dicho oportunamente, que cuanto mayor es el círculo de luz, mayor es el límite de la oscuridad de que está rodeado