Un valor esencial en una sociedad es la obediencia voluntaria de las normas. La sociedad que no lo reconoce está siempre al borde de la extinción.
Yo no soy sabio ni menos virtuoso, pero, gracias a Dios, tengo la docilidad de un buen hijo de la Iglesia, de cuya obediencia no permita el Señor me aparte jamás.
Ni el vil acatamiento de la prensa del franquismo se puede comparar con el vasallaje corrupto y de consecuencias tan nefastas para la ciudadanía como el que tienen los medios de comunicación catalanes
No basta ser bueno: es necesario tambien parecerlo, por acatamiento a la sociedad, por consideración a sí mismo y por respeto a la verdad