¡Cuán necio había sido su intento! Había tratado de construir un dique de orden y elegancia contra la sórdida marea de la vida que le rodeaba.
Hemos trabajado con la esperanza de que nuestra labor coopere en la gran tarea de dignificar la vida humana por los senderos de la belleza y contribuya a levantar un dique contra el oleaje de deshumanización y vulgaridad.
Yo no cabía en mí de satisfacción, presa de una alegría extraña. Me sentía relajado. El mundo estaba lleno de gente la mar de divertida. El barman delgado echó una mirada en mi dirección y le hice un guiño de complicidad amistosa. Cabeceó con ademán de comprensión. Lancé un suspiro y me retrepé en la silla, reconciliado con la existencia.
Mi sangre se enardece igual que una jauría olfateando la presa y el estrago pero bajo tu voz mi corazón se rinde en palomas devotas y sumidas.
Hemos trabajado con la esperanza de que nuestra labor coopere en la gran tarea de dignificar la vida humana por los senderos de la belleza y contribuya a levantar un dique contra el oleaje de deshumanización y vulgaridad.
¡Cuán necio había sido su intento! Había tratado de construir un dique de orden y elegancia contra la sórdida marea de la vida que le rodeaba.
Para mi vida hambrienta, ¡Eres la presa única, eres la presa eterna!
Diría que amo encontrarte y sentir dentro de mí una mariposa presa aleteándome en el estómago y muchas ganas de reírme de la pura alegría de que existía y estás, de saber que te gustan las nubes y el aire frío de los bosques de Matagalpa.