Cuando la vida deja de presentarse como una promesa, no por eso deja de ser todavía una tarea
Las cosas fabricadas han perdido la noble indiferencia por las esferas de la riqueza y la pobreza. Cada cosa hoy deja su impronta sobre su propietario, que no tiene ya otra elección que presentarse como un pobre diablo o, al contrario, como especulador.
,... se terminó por saludar a un nuevo monarca bajo otro título (como si todo el problema se redujera al nombre).
Podremos saber que nada vale más que la brizna roída por un conejo o la ortiga creciendo entre las grietas de los muros. Pero nunca dejaremos de correr para acompañar a los niños a saludar el paso de los trenes.
Realmente, el asesino ha sido un estúpido. Con haber preparado un cultivo de bacilos y dárselo en la sopa...Precisamente yo estaba tomando la sopa o en el café, quiero decir -agregó él-, la cuenta estaba liquidada. ¿Y vos serías capaz de hacer tal cosa, de asistir a una agonía lenta? Aunque se reía a carcajadas, sus ojos estaban serios. Me contestó: ¿A una agonía? Y a diez...Si fuera necesario.
El colmo de la infelicidad oscila entre el estreñimiento y asistir sin ganas a una reunión mundana.
Celestino se queda perplejo, sin saber qué hacer. Piensa romperle un sifón en la cabeza, por fresco, pero se acuerda: Entregarse a la ira ciega es señal de que se está cerca de la animalidad. Quita su libro de encima de los botellines y lo guarda en el cajón. Hay días en que se le vuelve a uno el santo de espaldas, en que hasta Nietzsche parece como pasarse a la acera contraria.
Ningún minuto de nuestra existencia debiera pasarse sin algún placer.
Al inspeccionar un reloj, percibimos que sus diversos componentes se juntaron y encajaron con un propósito. La inferencia que hacemos es automática: que el reloj necesariamente tuvo un fabricante. Asimismo, el universo necesariamente tuvo un diseñador. Ese diseñador necesariamente fue una persona. Esa persona fue Dios.
Filosofar es esto: examinar y afinar los criterios.
Y no es que yo fuese un cínico, sino que me gusta la imparcialidad a la hora de examinar las cosas: en aquel momento aún era así. Jamás había pensado, por ejemplo, que el universo hubiera empezado a existir sólo por complacerme cuando yo llegué al mundo. Tampoco se me había ocurrido que a una mujer no le hubiese estado permitido vivir ningun tipo de vida hasta conocerme
Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.
En Oriente la mujer no suele ver al hombre antes de casarse. En Occidente, después.
A veces conviene ir hacia el mundo y frecuentar a los hombres pues uno se siente allí obligado y llamado, pero el que prefiere permanecer solo y tranquilamente en la obra y sólo quisiera tener muy pocos amigos, es el que circula con más seguridad entre los hombres y el mundo
Cuando se deja de frecuentar a los verdaderos amigos, se pierde el equilibrio.