Dichoso aquél que recuerda con agrado a sus antepasados, que gustosamente habla de sus acciones y de su grandeza y que serenamente se alegra viéndose al final de tan hermosa fila.
Busca serenamente la felicidad y evita la ambición, aunque ésta sea en apariencia tan inofensiva como la que persigue el camino de la ciencia.
Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrar siempre con tranquilidad y calma
Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrad siempre con tranquilidad y calma.
Me quedo parada frente a la cómoda, mirándome en el espejo tratando de arreglar mi cabello en una semblanza de estilo; realmente está muy largo. Estoy en mis jeans y una camiseta, y Christian, frescamente bañado, está vestido detrás de mí. Miro su cuerpo hambrienta.
El auténtico observador contempla tranquila y despreocupadamente los nuevos tiempos revolucionarios
No es muy inteligente ni sensible y gozará despreocupadamente de la vida; vivirá sin enterarse de su insignificancia, y ésta es una variante, acaso la única posible, de la felicidad
La vida era una piedra que lentamente se iba gastando y afilando.
No sé si se entenderá el término caer por su propio peso; imaginen una estatua hecha de mierda que se hunde lentamente en el desierto: bueno, eso es caer por su propio peso.
No nos lamentemos, esforcémonos por someternos mansamente a la voluntad de Dios cuando lleguen esas pequeñas molestias diarias
La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida
Me tiende la mano con ojos brillantes, ardientes... excitados, y la cojo. Tira de mí hasta rodearme entre sus brazos. El movimiento me pilla por sorpresa y de pronto siento todo su cuerpo pegado al mío. Me recorre la nuca con los dedos, enrolla mi coleta entorno a la muñeca y tira suavemente para obligarme a levantar la cara. Está mirándome.
El médico apoyó las manos en sus sienes y tanteó suavemente con los dedos. - ¿Se siente confusa? -El amor y el matrimonio me confunden, pero no es por eso por lo que me duele la cabeza.
Dioses cuyo deseo es salvar los audaces navíos y amainar los crueles peligros del ventoso ponto, alisad suavemente el mar y haced vuestra asamblea plácida a mis plegarias; y que, ante mi ruego, el oleaje, apaciguado, no alborote. Una prenda grande y preciada encomiendo a tus profundidades, Neptuno.