La pluma está en mi mano vacilante y medrosa, pero en mi corazón no florecen los versos.
Me vi abrumado de felicitaciones, bendiciones y abrazos. Yo lo recibí todo con manos temblorosas, labios fríos, cerebro vacilante y un corazón que se me había vuelto de piedra. Todo desfilaba ante mí como un sueño. Observaba aquel desfile sin pensar siquiera en quién iba a ser la víctima.
Hay personas que hablan con la verdad como un reloj parado da la hora: dos veces al día y no durante mucho tiempo.
En realidad nunca pensé que me iba a dedicar a ser cantante profesional. El director de Un Argentino en Nueva York me pidió que cantase la canción de los créditos y el single llegó a los primeros puestos de las listas. Desde entonces no he parado de sacar discos
Deje su indócil rareza tu numen desolador, que en el drama inmolador de nuestros mudos abrazos yo te abriré con mis brazos un paréntesis de amor.
En un bostezo de horror, tuerce el estero holgazán su boca de Leviatán tornasolada de horror.