El valor esencial (...) está precisamente en la capacidad de permanecer al acecho en las tinieblas de la muerte y la inquietud.
Pronto, como un lebrel, acecho botas, medias. Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres hermosas. Ellas me encuentran raro y van cuchicheando. Mis deseos brutales se enganchan a sus labios...