La puerta gira en sus bisagras y el perezoso gira en la cama.
El bizkaíno es laborioso (Vez labradas las montañas hasta la cumbre); el Español, perezoso y vago (contemplar sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación). El Bizkaíno es emprendedor (...); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale.
La indiferencia es una forma de pereza, y la pereza es uno de los síntomas del desamor. Nadie es haragán con lo que ama.
Aquí me pongo a cantar, al compás de la vigüela que al hombre que lo desvela una pena extraordinaria, como el ave solitaria con el cantar se consuela.
En cambio el animal puede elegir. El animal vive desprendido del resto del mundo. Ese enjambre de mosquitos, que siguen danzando sobre el camino, aquella ave solitaria que hiende el cielo crepuscular, la zorra que espía un nidotodos estos son pequeños mundos por sí, incluso en otro mundo mayor.