Nada hay de bárbaro ni de salvaje en esas naciones; lo que ocurre es que cada cual llama barbarie a lo que es ajeno a su costumbre.
El tender a un salvaje despliegue de fuerza y de potencia en una competencia es algo completamente indeseable. Cuando eso sucede, la cortesía para con el oponente se olvida por completo y tal cosa es de primordial importancia en cualquier expresión del karate.