El amor propio, bien o mal entendido, es el origen de las grandes acciones dignas de elogio o de vituperio.
Luis bajó raudamente las escaleras de su estudio jurídico y alguien elogió su estado físico y contestó: No, ya tengo menos piernas que una foto carnet.
Me aborrecen la aburrida rutina de la existencia. Yo imploro de exaltación mental.
En algunos instantes creí tocar el alma del amante y alcancé a soñar con la posibilidad de una relación más profunda, pero al día siguiente tomaba otro avión y la exaltación se diluía en las nubes.
Yo le hago la apología a la ginebra, pero ahora ya no quiero más. Nunca pensé que fuera el elixir de la vida, más bien es el elixir de la muerte, y te vas dando cuenta dentro de tu cuerpo, te vas dando cuenta que algo se está extinguiendo.
...: de sobra es conocida, en efecto, la falta de escrúpulos de todos los sectarios para componerse su propia apología a partir de su maestro.