Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas.
Haz por ser semejante a un promontorio. Las olas del mar se estrellan contra él de continuo, y él se mantiene inmóvil hasta que en torno suyo se abonanzan las aguas
Que de la corte hace aldea el que quiere vivir quieto
Por muy uniforme que sea tu vida por lo menos tienes algo que contarme. Pero la mía es un lago, un estanque quieto donde nada se mueve, en donde nada sobresale. Cada día que pasa se parece al anterior. Puedo decirte lo que haré dentro de un mes, dentro de un año, y considero esto no sólo sabio sino afortunado.
El afán, aun de las cosas muy buenas, debe ser templado y reposado
Dícese con poca propiedad que el aburrimiento es un mal común. Podrá ser común el estar desocupado u ocioso, pero no aburrido. El fastidio no cabe sino en aquellos que no tienen espíritu
Lo pintoresco tradicional, lo único autorizado por la crítica, tenía buenas razones para no encontrarse en mis cuadros: abandonado a mí mismo, lo pintoresco es inoperante y se niega cada vez que reaparece idéntico a sí mismo. Ya que lo producía su encanto, mientras no se hubiera convertido aún en tradicional, era lo inesperado, la novedad de una disposición y lo extraño.
El bizkaíno es laborioso (Vez labradas las montañas hasta la cumbre); el Español, perezoso y vago (contemplar sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación). El Bizkaíno es emprendedor (...); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale.
El perezoso pide por poco trabajo gran estipendio
¿Y qué es el error, y su sucedáneo, la mentira -prosiguió Zenón-, sino una especie de Caput Mortuum, una materia inerte sin la cual la verdad, harto volátil, no podría triturarse en los morteros humanos...?
La doctrina judía del marxismo rechaza el principio aristocrático de la naturaleza y antepone la cantidad numérica y su peso inerte al privilegio sempiterno de la fuerza y del poder
La Naturaleza establece una transición tan gradual entre lo inanimado y lo animado que las fronteras que separan ambos reinos son indistintas y ambiguas.
Tuve una vez en mis manos a uno de esos pájaros. Había muerto y caído a la tierra. Sus alas extendidas tenían el ancho de mis hombros, y el tamaño de su cuerpo no era mayor que el de mi dedo meñique. Pero esos pájaros no tienen patas. Duermen en el viento, y sólo caen a la tierra cuando mueren.
Quince hombres sobre el cofre del muerto yo-ho-ho y una botella de ron.
Mirara hacia donde mirara, ya fuera hacia la tierra durmiente o a las vastas regiones del espacio, la magnificencia del mundo estaba más allá de la mente humana, se advertía la sublimidad de Dios y la majestad de su presencia.