Toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son ¡NULOS!
Hermano cuerpo eres fugaz coyuntural efímero instantáneotras un jadeo acabarás inmóvil y yo que normalmente soy la vida me quedaré abrazada a tus huesitos incapaz de ser alma sin tus vísceras
Es necesario que haya uno o varios principios y aun, en caso de existir uno sólo, que éste sea inmóvil e inmutable
La única ternura inalterable es la que siente el perro hacia su amo. Todavía el hijo suele irritarse contra el padre; todavía el padre suele maldecir a su hijo. Sólo el perro sufre una paliza de su amo, y llora de amor por él.
Yo no estoy hecho para dar conciertos; el público me intimida, me siento asfixiado por su impaciencia precipitada, paralizado por sus miradas curiosas, mudo ante esas fisonomías desconocidas
La Naturaleza establece una transición tan gradual entre lo inanimado y lo animado que las fronteras que separan ambos reinos son indistintas y ambiguas.
Así como cae exánime la mariposa en el umbral, sorprendida por el cierzo helado, así también todos los pensamientos terrenos deben caer muertos ante el templo.
Si no apareces en todo el día, todos piensan que estás perezoso o muerto.
Con frecuencia, un perezoso es un rebelde sublevado ante la idea de estar toda la vida atado a un banco, trabajando para dar placeres al patrón, al que sabe más estúpido y sin más razón que la de haber nacido en un palacio en vez de un cuartucho
Para el desidioso todos los días son festivos
Porque no saber nada no es nada, no querer saber nada tampoco, pero lo que es no poder saber nada, saber que no se puede saber nada, este es el estado de la perfecta paz en el alma del negligente pesquisidor.
En verdad te digo: de todos los hombres, el más negligente es aquel que disputa inútilmente y trata de sobresalir por encima de su hermano. Di: ¡Oh hermanos! Que las acciones y no las palabras, sean vuestro adorno.
Aquí estás, ombú gigante a la orilla del camino, indicando al peregrino no siga más adelante en la llanura sin fin. (...) Ese destino te espera, árbol, cuya vista asombra, que al caminante das sombra sin dar al rancho madera, ni al fuego una astilla dar; recorrerás el desierto cual mensajero de vida, y, tu misión concluida, caerás cual cadáver yerto bajo el pino secular.