Hija, donde conociste a ese Daniel. ¿En un ascensor?¿Subia o Bajaba? Porque cuando un ascensor baja produce una sensacion en el estomago que puede confundirse con el amor.
Sólo la realidad tiene derecho a ser inverosímil, nunca el arte: por eso no puede confundirse éste con la vida.
Lo importante ahora es no perder el rumbo ni bajar la intensidad del cambio.
¿Quién puede realmente olvidar el pasado? ¿Qué más hay que saber?
África, por ejemplo, es quizás el continente que me interesa más. Sin olvidar que es el más increíble de representar. Es sorprendente cómo el francés penetró por todas partes, incluso en las aldeítas más insignificantes. He aprendido mucho más sobre la colonización que estudiando cualquier tratado de historia.
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
A este rey que tenemos, don Juan Carlos, le crearon una leyenda inversa de tonto, de poco interesante, de que no tenía nada que decir, de que no se le ocurrían cosas, de que no valía la pena. Y una vez que consiguieron (Felipe González y sus gobiernos) convencernos de que el Rey no tenía nada que decir, se pusieron a grabar, a escuchar al Rey para no perderse palabra de lo que dice.
El hombre, tanto físico como moral, ser viviente, sensible, pensante y actuante, no tiende en cada instante de su vida más que a procurarse lo que le gusta o lo que está conforme con su ser, y se esfuerza por apartar de sí todo lo que le puede dañar.
Pero los años me han enseñado que no se convence más que a los convencidos. Pretender apartar a las gentes de sus gustos, de sus inclinaciones naturales, para acercarlas a nosotros, es tan estéril como renegar de nosotros mismos para borrar la distancia que nos separa de tal o cual ser.
Uno recuerda el deporte; yo aprendí a perder desde niño, a reconocer a un bateador cuando no pude y me sacó la pelota de jonrón. A mí me gusta, incluso, darle la mano y un abrazo. Ah, pero también aprendí a ganar y a ser humilde en la victoria y aspirar a un adversario que reconozca con honor nuestra victoria
Todo el pensamiento humano actúa sobre estándares, busca situarse en relación con temas esenciales, escogidos, ultimados y afinados cada vez más, en lugar de divagar en la cacofonía. El estándar lleva a la perfección, lleva a reconocer elementos permanentes en las cosas. Esa búsqueda nos lleva hacia el hombre, hacia la presencia humana.