Crecer sin que la altura me haga perder de vista lo importante. Y lo importante... Es la vida.
Si tuviera opinar sobre una virtud, me referiría a esta virtud: adaptarse a la exigencia, no desmoronarse, no quebrarse, persistir a pesar de la adversidad, enfrentar las dificultades sin pervertirse, pudiendo ser siempre el mismo, estar dispuesto a poner en riesgo lo que poseo, aceptar el reto, el desafío, el cambio, el ritmo, tolerar los picos de dolor, saber sufrir, volver a empezar aun cuando la interrupción se produce cerca del final, recobrar el estado original sin perder salud en la búsqueda de efectividad. No pueden quedar excluidos aquellos que no se convencieron: a aquellos que no se convencieron, hay que admitirles la diversidad, que es muy difícil, admitir que el otro no es como deseamos.
Resulta que la vida no era solo empujar, ni un juego de dudosos espejismos. No había que perderse dando vueltas en una puerta giratoria, ni desconfiar de todos los reflejos, ni creer cualquier cosa sólo porque la imagen parecía verdadera. Había que encontrar el punto justo donde azar y destino son lo mismo, el exacto momento en que la puerta giratoria te ofrece una salida.
Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la guerra.
La meta principal es la autorrealización intima del Ser, no debe descuidarse por las metas secundarias, y el mejor servicio que puede hacerse a los demás es la liberación de uno mismo
Hideyoshi, que ahora era comandante del castillo de Yokoyama, había pasado el verano en las frías montañas al norte de Omi. Dicen los soldados que, para un luchador, la inactividad es más dura que el campo de batalla. La disciplina no puede descuidarse ni un solo día
Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.
Dormir es distraerse del mundo.