Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa
La gran tragedia de un poeta consiste en ser admirado por aquello precisamente que todos interpretan mal.
El esfuerzo constante por comprender el Universo es una de las raras cosas que elevan la vida humana por encima de la farsa y le confiere la dignidad de la tragedia.
Me meto en este berenjenal por competencia desleal. Porque la farsa y la mascarada son mi terreno, y la política debería ser el arte de la sensatez.
No creo en el remordimiento: es una palabra de melodrama que jamás consideré auténtica.
Después de cada infortunio se efectúa en nosotros como una extraña muda del alma.
La mala suerte no existe. Es algo que nos creemos, una escapatoria. En realidad llamamos infortunio a la conjunción negativa de hechos que no hemos sido capaces de prever.
Nadie acepta ya que las cosas pasan a veces sin que haya un culpable, o que existe la mala suerte, o que las personas se tuercen y se echan a perder y se buscan ellas solas la desdicha o la ruina.
Traten de verse a sí mismos, porque no se conocen. Deben darse cuenta de este riesgo; el hombre que trata de verse a sí mismo puede ser muy infeliz, porque verá muchas cosas malas, mucho que querrá cambiar, y ese cambio es muy difícil. Es fácil empezar, pero una vez que hayan abandonado su silla, será muy difícil conseguir otra, y esto puede causar una desdicha muy grande.
La derrota cultural es la más abrumadora de las derrotas, la única que no olvidamos jamás, porque no podemos atribuirla ni a la propia desventura ni a la barbarie del adversario.
No podría sobrevenir mayor desventura que librar la imperfecta naturaleza humana del único látigo que la hace progresar: la necesidad y el hambre.
(...)desde los descubrimientos realizados por los vieneses, cualquier otra composición que la dodecafónica es inútil.
Es la fuerza de la pintura neoclásica el haber demostrado la necesidad de la desnaturalización. Ella ha desnaturalizado ya sea los elementos constructivos, ya sea la composición de éstos. Es por esta razón que ella es la verdadera pintura abstracta.