Con el deporte encaucé mi carácter. No me importaba sufrir ni qué cara ponía o el miedo al ridículo si al final ganaba. Puede que fuera una persona cargada de resentimientos pero, al menos, se me daba bien sacarles provecho
Aunque quede ridículo que lo diga (con simplicidad), uno siempre anda buscando los orígenes: ¡nuestra identidad!