Casi siempre. a las acciones de los malvados las persigue primeramente la sospecha, luego el rumor y la voz pública, la acusación después y, finalmente, la justicia
La acusación a Camps es una verdadera gilipollez y además la ha hecho un tipo que pasaba por allí, que dice que le ha llevado unos trajes, y que está condenado por otros delitos similares y no tiene ninguna credibilidad.
Y cuando la imprudencia y la delación pusieron alguna vez al indio en la alternativa de batirse a muerte o entregarse, él no vaciló jamás en jugar serena y valientemente su vida, arremetiendo con tal pujanza y furia que todo que todo cedía a su paso; y siempre supo escapar dejando tras sí la admiración y la muerte.
Todas las inquisiciones, sin distinción, se basan en el principio de la delación y la cobardía social. Porque lo malo no es siempre el fanático. Peores son quienes no lo son, pero desean congraciarse con él.
Es difícil de precisar la fecha en que las iglesias llegarán a ser simples monumentos y el día en que las cruces, purificadas del símbolo de la sangre judaica, sonreirán inútilmente a la curiosidad estética. Hasta entonces, no tendremos más remedio que soportar en los retornos del alma el soplo sofocante de la fe.
A mí, por lo menos, me ha sucedido varias veces. Y es porque en estas tierras nuestras, de impresionante silencio y trágica soledad, se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aún circula por ellas el soplo creador. Y por eso las llamo las tierras de Dios
¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con él?
Yo sé que ustedes saben que no hay querella de generaciones: hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, y en éstos me ubico yo