Cuando entro en mi cuarto solitario después de un fracaso, éste no me hiere. Pero si estuviese obligado a encontrarme con los ojos interrogadores de mi mujer y tener que decirle que he fallado nuevamente... No podría soportarlo.
Desde el cuarto que construimos a nuestro alrededor, estiramos las manos para tocas la ventana abierta al otro lado del jardín.