Cuando uno tiene que cotejar sus opiniones con un abanico tan grande de gente que evalúa sobre lo que uno hace, tiene que tomar un parámetro. El parámetro no es a partir de la coincidencia, sino a partir de las divergencias. Las coincidencias uno no las explica, no las profundiza, no las recorre. Las divergencias sí.
Llega un momento en los asuntos de los hombres en que hay que coger el toro por los cuernos y enfrentarse a la situación.
Todo lo que quiero es que me caven un hoyo y que mi tumba diga: aquí cayó un loco del ajedrez. No jugaba bien, pero le gustaba jugar. Nunca pudo enfrentarse a un campeón. Murió como vivió: esperando.
Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.
Solamente los débiles eluden la confrontación con hombres que no piensan como ellos. Ninguno de los estadistas de las grandes naciones occidentales rehúsan hablar con los dirigentes de los países comunistas. Nosotros no queríamos ser jamás gobernantes de un pueblo que tiene miedo de confrontar sus ideas con otras ideas