Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo pasa a ser mi universo, el credo que se nutre; la aromática lámpara que alzo estando ciego cuando junto a la sombras los deseos me ladran.
La noche suena como un órgano. Mis manos incandescen. He apretado los troncos de los árboles. Estrangulé los torsos de las mujeres y rompí la tierra como un vientre. ¡Hoy, hoy! ¡Trueno, sorbo de Dios! Mis brazos se agigantan como trombas oceánicas. Y estoy solo ante mi eternidad, como los dólmenes.
Se necesita sólo un trago para emborracharme. El problema es, no puedo recordar si es el décimotercero o el décimocuarto
Puedo estar muy borracho en un pub en Oxford cualquier noche de lunes y si un tipo se me acerca, me ofrece un trago y me dice que tu último disco cambio su vida. Eso realmente significa algo para mí.