Al mismo tiempo, me apretó el brazo, y lo sentí quemarse hasta el hueso. Entonces me desvanecí. No sé por cuánto tiempo permanecí en aquel estado. Por fin me desperté y oí que salmodiaban cerca de mí. Abrí los ojos y vi que estaba en medio de vastas ruinas.
Entonces en centenares de plazas de mercado de Europa, los dignatarios eclesiásticos observaban los cuerpos ennegrecidos de sus antagonistas... quemarse y consumirse dolorosamente, y la propia gran misión de ellos para con la humanidad reducirse a polvo y cenizas con ellos.
Hombres de amianto cruzan sin chamuscarse los incendios de inoperancia que han encendido
El hombre es un ser social cuya inteligencia exige para excitarse el rumor de la colmena.
¿Qué nos importa el Estado corporativo; qué nos importa que se suprima el parlamento si esto es para seguir produciendo con otros órganos la misma juventud cauta, pálida, escurridiza y sonriente, incapaz de encenderse por el entusiasmo de la Patria, y ni siquiera, digan lo que digan, por el de la Religión?
El amor crece poco a poco y por grados se parece demasiado a la amistad para encenderse en pasión. No pasa de ser una de tantas imitaciones de amor.
Durante el período de carencia, el adicto es extremadamente consciente de su entorno. Las impresiones sensitivas se intensifican hasta llegar a convertirse en alucinaciones. Los objetos familiares parecen agitarse con una vida furtiva y temblorosa
En el campo hace falta agitarse para saber la hora; el estómago es nuestro mejor reloj.
Los hombres geniales son meteoros destinados a abrasar para iluminar su tiempo.
No me gusta delegar. No me importa si la gente piensa que me voy a quemar por tantas ocupaciones, pero siento que debo estar en control de lo que hago, para mí eso demasiado importante.
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca! Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo para quemar el cielo subiéndole la tierra.