Nunca veo salir un barco del canal o volar una gaviota por encima del banco de arena sin desear estar a bordo del barco o tener alas, no como una paloma, para irme volando y descansar, sino como una gaviota, para meterme en el corazón mismo de una tormenta.
Es el primer beso del que ambos somos plenamente conscientes. Ninguno está debilitado por la enfermedad o el dolor, ni tampoco desmayado; no nos arden los labios de fiebre ni de frío. Es el primer beso que de verdad hace que se me agite algo en el pecho, algo cálido y curioso. Es el primer beso que me hace desear un segundo.
El clima tropical me sienta admirablemente bien; me hace ansiar vivir tranquilo durante algún tiempo
Te dices: Me marcharé a otra tierra, otro mar, a una ciudad mucho más bella que lo que esta pudo ser o anhelar (...) ¡Ah! ¿No comprendes que al arruinar tu vida entera en este sitio, la has malogrado en cualquier parte del mundo?
La utopía es pensar y anhelar algo que parece imposible algo digno de la condición de los hombres. Ponerse a trabajar, marginalmente en la utopía, pero tomando las precauciones para que nunca se cumpla del todo.
Vivir es querer sin descanso o restaurar cotidianamente la propia voluntad
¿Quién no puede comprender, que el bien y el mal son opuestos, que si Dios por Su Omnipotencia pudiera querer y hacer ambos, no tendría Omnipotencia alguna? Sería tener dos voluntades opuestas, obrando ambas simultáneamente, de lo cual resultaría completa inmovilidad y por consiguiente impotencia.
Por mi parte, prefiero acariciar que apresar, tomar algunos desvíos agradables en mi camino que ir directamente hasta la meta, permanecer en el umbral de un rostro, de un ser, antes de acercarme, el pasar por simple antes que pareces estar informado de todo
Tango que viene de lejos a acariciar mis oídos como un recuerdo querido con melancólicos dejos.
Paréceme también que uno de los mejores medios para nuestro adelantamiento en la perfección, es el examen particular sobre el defecto con el que nos hemos propuesto acabar, o sobre la virtud contraria que deseamos adquirir; y apuntar nuestras faltas en un cuadernito, para imponernos al fin de cada día alguna penitencia por ellas.
Regreso a la filosofía no en el sentido absurdo de que ahora nos vamos a convertir todos en filósofos, pero apuntar la idea de que si el hombre es un ser pensante, pues entonces que piense.
El legislador no debe proponerse la felicidad de cierto orden de cuidadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos.
El hombre no debe jamás proponerse las riquezas por recompensa de sus acciones.