Aunque entonces tenía yo solamente quince años y no podía juzgar sobre mi verdadera fuerza, o, por mejor decir, debilidad, me resultaba bien claro que no debía envanecerme demasiado por este éxito, ya que mi adversario -un señor anciano y muy simpático- carecía de toda ambición de lucha y, lo que era peor, de verdadera clase de ajedrecista.
Tenemos todo el tiempo del mundo para ganar este juego y también para destruir a los españoles. (Al avistar la Armada española, el 20/7/1588 mientras jugaba a los bolos)
No es bueno que todo suceda como deseamos. Cuando todo nos sonríe en el mundo, nos apegamos a éste muy fácilmente y el encanto es muy fuerte. Por eso, y porque Dios nos ama, no permite que durmamos mucho y muy cómodamente en este lugar de destierro.
En realidad, la condición de la humanidad es una sola, la que nos une, a pesar de nuestras diferentes formas de pensar, en este lugar sombrío y húmedo. El Hermano, el comunista, el borracho, el ladrón...Todos somos iguales ante la muerte, ante el poder del destino inexorable.
Y para acá o allá y desde aquí otra vez y vuelta a ir de vuelta y sin aliento y del principio o término del precipicio íntimo hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste o aquello o de lo opuesto y rueda que te roe hasta el encuentro y aquí tampoco está y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado por vivir entre huesos o del perpetuo estéril desencuentro a lo demás de más.
No, yo a este lugar no pretendia llegar.
En realidad, la condición de la humanidad es una sola, la que nos une, a pesar de nuestras diferentes formas de pensar, en este lugar sombrío y húmedo. El Hermano, el comunista, el borracho, el ladrón...Todos somos iguales ante la muerte, ante el poder del destino inexorable.
Arráncame el corazón, sácame de este lugar y llévame muy lejos, rodéame de espejos, quiero ver solo tu reflejo.
En los individuos es rara la locura - pero es la regla en los grupos, partidos, pueblos, épocas y por ello los historiadores no han hablado hasta ahora de locura. Pero alguna vez la historia la escribirán los médicos.
Quienes necesitan matar algo para poder subsistir se desarrollan como criminales. hasta ahora habían importado tendencias, cuando éstas se acabaron importaron la muerte continuando con la misma actitud de los plagiadores que los antecedieron. Es como decir que Beethoven, Van Gogh, San Martín han muerto. La pintura no ha muerto. ¡Yo estoy vivo!