Por un lado, nos encontramos con la administración de este hermoso y sutil planeta increíblemente delicado y frágil. Por otro lado, nos enfrentamos a los destinos de nuestros semejantes, a nuestros hermanos. ¿Cómo podemos decir que somos seguidores de Cristo, si esta doble responsabilidad no nos parece a nosotros la esencia y el corazón de nuestra religión?
Yo reconozco, amo y venero el canto a lo humano y el canto a lo divino, desde el punto de vista del texto literario y del punto de vista musical. Basta con conocer un verso a lo divino para conocer el espíritu fino, sabio y delicado del cantor chileno.
Procura no envejecer. Cada año que pasa, más grata se me hace la idea del precipicio. Lo único que me cabe esperar es que me vuelva tan senil que me sienta otra vez como a los veinte años. No me habría importado volver a vivirlos.