Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.
¡Qué mezquino el corazón que no sabe amar! Si no estás enamorado, ¿cómo puedes gozar con la deslumbrante luz del sol o la suave claridad de la luna?
Se necesita más genialidad para hacer el amor que para liderar ejércitos.
Al hacer el amor en cada encuentro de una manera más franca y libre, me daba cuenta de que consideraba una fuente de felicidad no sólo ese mundo real y los detalles sexuales, extremadamente atractivos, sino también las extensiones más raras del cuerpo de Füsun, las verrugas, los granos, los pelos, las manchas oscuras y terribles.