Con la realidad española, que es materia de legislación, ocurre algo semejante a lo que pasa con el lenguaje; el idioma es antes que la gramática y la filología y los españoles nunca nos hemos quedado mudos a lo largo de nuestra historia, esperando a que vengan a decirnos cuál sea el modo correcto de hablar o cuál es nuestro genio idiomático.
Entendemos más por intuición que por discurso: la intuición clara y viva es el carácter del genio
El monstruo que ha traicionado nuestra ciega hospitalidad ha sido el culpable de todo. Creí recibir en mi casa a la inocencia, a la alegría, a una compañía querida para mi Berta. ¡Dios mío! ¡Qué loco he sido! Consagraré los días que me quedan de vida a la caza y destrucción del monstruo.
Un monstruo hay en el mundo: el hombre ocioso.