Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?
El príncipe puede matar un millar de dragones, pero no puede destruir castillos o destronar reyes. No va con su carácter. Es un hijo obediente que trata, ¡Ay de él!, de ser digno del hombre al que llama su padre.
La crítica del jefe por el subordinado debe ser un accidente, no un hábito
Los Líderes de Excelencia saben que poseen el más valioso de todos los maestros dentro de ellos mismos y están conscientes que Nadie puede dar lo que no posee, y cumplen con una premisa fundamental en el arte de dirigir jamás pedir a un subordinado lo que ellos mismos no son capaces de hacer, manejan una atención consciente de cada una de sus acciones y son los más exigentes con ellos mismos.
El caminante que sube a una montaña se vuelve dueño de sí mismo y responsable de su propia vida: no está sometido a los caprichos de los elementos como el navegante aventurero sobre los mares; menos aún como el viajero transportado en ferrocarril, simple carga humana facturada, etiquetada, controlada y expedida a hora fija bajo la vigilancia de un empleado uniformado.
Nadie ha aprendido el sentido de la vida hasta que ha sometido a su ego para servir a sus hermanos.
No hay animal tan manso que atado no se irrite
¿Qué pasará amor si mis pies a seguir tu huella se afanan y mis manos en perseguir hojas al viento, si convierto atormentadas nubes en llovizna y desquebrajadas olas en manso huracán, si mi voz repite que te amo en la penumbra, y tus besos es lo único que quiero?
El poeta debe escuchar con respeto la crítica ajena, porque el libro lanzado a la publicidad ya no le pertenece. Él lo entregó al juicio de los hombres, sin que nadie le obligase a ello. Asístele, sin embargo, el derecho de no ser demasiado dócil a admoniciones y consejos, y le conviene, sobre todo, desconfiar aún de sus propias definiciones.
(En respuesta a la observación del papa Pablo VI, quien comentó que los judíos, habiendo siendo un pueblo tan dócil y pacífico a lo largo de la historia, sea tan firme y decidido desde que tiene su propio país): Su Santidad, cuando fuimos compasivos y débiles y no tuvimos nuestro propio lugar donde vivir, nos condujeron a las cámaras de gas
Un inversionista pierde la capacidad de raciocinio cuando gana los primeros diez mil dólares. A partir de entonces se convierte en un pelele fácilmente manipulable
Yo soy un tipo a quien podía llamársele no conformista apacible.
Todo lo que hace la gente es tan...No sé...No erróneo, ni siquiera malo, ni estúpido necesariamente. Pero sí tan pequeño y sin sentido y...Que inspira tristeza. Y lo peor es que si se vuelve bohemio o algo chiflado, está siendo conformista como todos los demás, sólo que de un modo diferente.
EL amor no es ingobernable en sus primeras manifestaciones, y mientras sea gobernable debería serlo por la razón y el sentido común
El espíritu de propiedad es el más fuerte aguijón que conocen los civilizados; se puede, sin exageración, estimar en un doble del trabajo servil o asalariado el producto del propietario.
Y el público creerá en los sueños del teatro, si los acepta realmente como sueños y no como copia servil de la realidad, si le permiten liberar en él mismo la libertad mágica del sueño, que sólo puede reconocer impregnada de crueldad y terror.
Y ni condenas ni odios, sino amor resignado y amorosa paciencia nos acercan a la meta sagrada.
Pertenezco a un pueblo y a una cultura que no se ha resignado a darle la última palabra al dolor y ha convertido sus pesares en materia de esperanza. El judío confía en una interpretación más y cree que es posible volver a empezar. El holocausto no tuvo la última palabra.
Negritum lindum: dícese de la mujer originaria de las pampas. dulce y hermosa, es, sin embargo, terriblemente celosa y conflictiva. Adora el psicoanálisis, lo cual, desde ya, me honra
Oyes el graznido de la última gaviota cerrando su pacto con el rumor dulce de la espuma, y tú, vas y vienes sobre la corriente con el alfabeto del mar entre tus manos.