La marea había dejado en la playa dibujos más delicados que los de cualquier jardinero de Tokio.
El individuo es como la ola que se levanta en la superficie del agua. No puede separarse de ella completamente. Y vuelve a caer rápidamente en la masa solidaria, que se la traga. Vuelve a caer una y otra vez continuamente con el movimiento irresistible de la marea que la arrastra. Pero ¿Por qué no levantarse una vez, y otra vez, y otra vez?