Una de las razones que tenemos para aceptar el universo tal y como es radica precisamente en el hecho de que nos plantea un enigma que no tiene solución.
Cuando se tienen veinte años, uno cree haber resuelto el enigma del mundo; a los treinta reflexiona sobre él, y a los cuarenta descubre que es insoluble.
Todo son adivinanza y la clave de una adivinanza es otra adivinanza.
No puedo pronosticar cuál será la reacción de la URSS. Es una adivinanza envuelta en un misterio dentro de un enigma