A pesar de mi escepticismo me ha quedado algo de superstición. Por ejemplo esta extraña convicción de que todas las historias que en la vida ocurren tienen además un sentido, significan algo. Que la vida, con su propia historia dice algo sobre sí misma, que nos devela gradualmente alguno de sus secretos, que está ante nosotros como un acertijo que es necesario resolver.
Lo universal es el caos. El mundo (el escenario que representa este planeta) es por lo tanto algo monstruoso, un acertijo de infortunios que deben ser aceptados, pero por los cuales uno nunca debe capitular
Las mujeres, con notables excepciones, son más inteligentes que nosotros, o cuando menos más sinceras consigo mismas sobre lo que quieren o no. Otra cosa es que se lo digan a uno o al mundo. Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza. La fémina, babel y laberinto. Si la deja usted pensar, está perdido. Recuerde: corazón caliente y mente fría. El código del seductor
Pero yo prefiero callar, decía, no tiene sentido añadir a este dolor más dolor o añadir al dolor tres enigma diminutos. Como si el dolor no fuera suficiente enigma o como si el dolor no fuera la respuesta (enigmática) de todos los enigma.
Velar entre todas esas cosas desconocidas ante un rompecabezas como éste es desesperante. Representa una línea de conducta que lleva a la demencia. Enfréntate con este mundo. Aprende sus usos, obsérvale, abstente de hacer conjeturas demasiado precipitadas en cuanto a sus intenciones; al final encontrarás la pista de todo esto.
La educación no es un sustituto para la inteligencia. Esa elusiva cualidad es definida tan sólo en parte por la habilidad en resolver rompecabezas. Es en la creación de nuevos rompecabezas que reflejen lo que tus sentidos informan que completas la definición.