Una pasión verdadera transforma de pronto al adolescente en hombre.
Antes, ser adolescente era un momento de no identidad. Pero desde los sesenta la juventud es un grado. La corbata se convirtió en anatema; el sostén, en mordaza.
Una relación nueva y osada de palabras es el más valioso obsequio para el espíritu, es nada inferior a una estatua del efebo Antinoo o a la poderosa bóveda de un portal.