Sofía.- Todo ello muestra con claridad que el esplendor, la excelencia y el poder consiste en los cuernos porque son cosas de héroes, bestias y dioses.
Pellegrini es un excelente entrenador pero, en ocasiones, la excelencia se debe sacrificar por el bien de la rentabilidad.
En esta época todo el mundo parece tener talento pero realmente quienes me importan a mí y me merecen tal distinción son aquellos que permanecen en la oscuridad.
Transmitid la cultura a todo el mundo, sin distinción de razas ni de categorías.
Mi nombre es Javier, soy un mito inimitable: Mi superioridad en un micro no es cuestionable
La inteligencia no se desarrolla sino por sus fuerzas naturales. Por esta causa, la preeminencia de las mujeres de Lima sobre el otro sexo, por inferiores que sean las mujeres europeas con relación a la moral, debe atribuirse a la superioridad de inteligencia que Dios les ha concedido
La inteligencia no se desarrolla sino por sus fuerzas naturales. Por esta causa, la preeminencia de las mujeres de Lima sobre el otro sexo, por inferiores que sean las mujeres europeas con relación a la moral, debe atribuirse a la superioridad de inteligencia que Dios les ha concedido
Nietzsche afirmó la preeminencia de la vida sobre la ciencia; para él, como para Kierkegaard, la existencia no puede ser regida por las razones, porque la vida es contradictoria y paradojal.
La belleza es una garantía de la posible conformidad entre el alma y la naturaleza. Y consiguientemente una razón para tener fe en la supremacía del bien.
No soy primariamente una defensora del capitalismo, sino del egoísmo; y no soy primariamente una defensora del egoísmo, sino de la razón. Si uno reconoce la primacía de la razón y la aplica consistentemente, todo lo demás viene por descontado. Esto, la supremacía de la razón, era, es y será el principal interés de mi trabajo, y la esencia del objetivismo
Combatiré por la primacía del hombre sobre el individuo
No soy primariamente una defensora del capitalismo, sino del egoísmo; y no soy primariamente una defensora del egoísmo, sino de la razón. Si uno reconoce la primacía de la razón y la aplica consistentemente, todo lo demás viene por descontado. Esto, la supremacía de la razón, era, es y será el principal interés de mi trabajo, y la esencia del objetivismo
La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.
No, no, repito, la castidad no es una virtud, no es más que una convención que tuvo su origen en un refinamiento del libertinaje.
Los intereses materiales ¿podrán por sí solos obrar la unión duradera y feliz de los pueblos? El refinamiento de la materia y su goces ¿alcanzarán por ventura a satisfacer sus deseos y necesidades? Los pueblos ¿no viven también por el espíritu y para el espíritu? ¿No se ve en ellos otra cosa de más valía y más imperecedera que el oro?
Era un animal hermoso, una obra maestra de gallardía que ni el pensamiento era capaz de reproducir.
Con esta misma gracia del pájaro el circulaba por Santiago en este menester duro para el alma delicadísima. con gracia pedía, con la gracia humana y con la otra. ya parado ese callejón por nuestra capital, ya no trajina más por sus chiquillos, pero otro habrá que escoja su afán.
Cuesta más responder con gracia y mansedumbre, que callar con desprecio. El silencio es a veces una mala respuesta, una respuesta amarguísima.
Lo que uno ve en otra mujer cuando está borracho, lo ven en garbo cuando está sobrio.
No podemos decir que es necesario primero adoptar métodos capitalistas (luchar por el poder) para luego ir en el sentido contrario (disolver el poder). La historia nos grita que esto no funciona: el termidor estalinista ya está presente en la distinción leninista entre comienzos y desarrollo
Que la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la distinción de castas. Quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud.
Como el mueble y la tela, tu desnudo ya no tenía imponencia bajo el aire, bajo el alma, bajo nuestras almas. Nosotros ya no entendíamos de aquello. Era el suelo de un ámbito celeste, imponderable. Éramos transparencias altísimas, calientes.
Te he dado relaciones, buenos amigos y un compadre como hay pocos. Has viajado por el mundo, te he conseguido buenos puestos, te he dado importancia a través de tus chistes y aventuras. Tienes el cariño de grandes y chicos. En fin, eres todo un personaje.
Sin embargo, todos estos incidentes exteriores carecían por completo de importancia en comparación con el único hecho significativo (...): estábamos encerrados.