Podemos decir que el zen libera todas las energías apropiada y naturalmente almacenadas en cada uno de nosotros, que, en circunstancias ordinarias, se hallan trabadas y distorsionadas de modo que no encuentran un cauce adecuado para entrar en actividad.
El zen afirma que la persona que alcanza la iluminación se parece a un mudo que ha tenido un sueño maravilloso que no puede contar a nadie.
Llegaré muy en breve a mi destino con este pueblo de héroes, y al frente de seis mil de ellos que obran como soldados de la patria trabajaré gustoso en propender a la realización de sus grandes votos.
Con el ceño endurecido desafío fríamente los mil dedos que me señalan, humillando la frente, cual manso buey, sirvo gustoso al niño.
Hay dos clases de bromas: una incivil, petulante, malévola, obscena; otra elegante, cortés, ingeniosa y jovial
Seré ingeniero, decía uno; y su compañera afirmaba: pues yo agrónomo. Y yo aviador, agregaba jovial un tercero. A ninguno de nosotros se nos ocurría dudar un instante de una cosa: de que teníamos abierto un amplio camino hacia los estudios universitarios, hacia el trabajo y la creación.