La peor desdicha del trabajador es que el azar le depare el estar subordinado a un mal jefe.
El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto
La sociedad no cambia nunca sus instituciones a medida que lo necesita, como un operario cambia sus herramientas. Por el contrario, acepta prácticamente como algo definitivo las instituciones a que se encuentra sometida.
Un padre que sabe dar rienda suelta a su infante interior, será capaz de valorizar el mundo interno de sus hijos, aunque éste sea uno con necesidad especial.